Pepiño Blanco, como no, ha intervenido de la forma tan desafortunada a la que nos tiene acostumbrados. Así, ha dicho que la Iglesia “tiene que entender que haya muchos cristianos, y yo mismo lo soy, a los que no nos guste esto y con esta jerarquía eclesiástica nos dan ganas de borrarnos”. Toma frase. Toma auténtica declaración de principios. Ahora va a resultar que se puede ser cristiano azuzando continuamente al personal, que se puede ser cristiano estando a favor del aborto y de la muerte de miles de inocentes. Ahora resulta que se puede ser cristiano olvidándose de los cientos de inmigrantes muertos de frió, hambre y sed, perdidos en el océano por no poder llegar a nuestra costa. Ahora nos quiere decir don Pepito, que se pude ser cristiano haciendo todo lo contrario de lo que nos enseñó nuestro único Señor Jesucristo, haciendo lo contrario de lo que nos dicen las Escrituras y olvidándonos de lo que la sabia jerarquía eclesiástica dice desde su conocimiento y profunda humanidad.
Acusa al PP de ser incitador de esta manifestación de la libertad individual frente al totalitarismo estatalizante. Quizá Don Pepiño no recuerda lo que pasó en la famosa Guerra de Irak, entonces era el PSOE el que aplaudía las palabras del Papa y la jerarquía eclesiástica contra tan injusta guerra. Haber si va a ser que era entonces el PSOE quien “tiraba la piedra y escondía la mano”.
El PSOE no ha comprendido nunca que la Iglesia esta por encima de los hombres y las banderías políticas. Ayer la Iglesia pudo criticar al gobierno americano por iniciar una guerra a todas luces injusta. Hoy puede criticar al gobierno español, por atacar frontalmente la libertad individual e ideológica de los ciudadanos. Ni entonces se equivocaba, ni ahora lo hace.
Creo que por todo ello es lógico que pidamos al Sr. Blanco que se borre, si es que consta en algún sitio su supuesta afiliación cristiana, que nos permitimos dudar, pues no parece muy coherente ser cristiano y militar en el partido que ha hecho gala de su apoyo a los fuertes y que hizo de la quema de las iglesias, y de la muerte de los sacerdotes y religiosos un triste deporte nacional, que por lo que parece quieren volver a practicar.
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