Se honró siempre de ser tradicionalista. Llevó con gran dignidad su tradicionalismo, sus ideas cristianas, su identificación con el pensamiento de la Iglesia, la doctrina de los Papas y de los Concilios. Dentro de la Comunión le tocó un duro papel, una difícil papeleta, cuando en 1975, comisionado por un destacado grupo de carlistas, constituído en su portavoz, tuvo que enfrentarse con el Príncipe Carlos Hugo en la pendiente progresista, lanzado hacia la izquierda y el socialismo. Al abdicar Don Javier de Borbón Parma en París, el 8 de Abril de aquel año, en su hijo mayor, Raimundo de Miguel escribió a éste su célebre carta de 23 de Mayo: "Ningún Príncipe puede ser reconocido como Rey si antes no jura la aceptación y respeto a las leyes y fueros". Pero a aquel juramento "ha de preceder la retractación de vuestra anterior conducta política..... .de manera expresa y pública". A muchos parecía recordar al Cid exigiendo juramento en Santa Gadea a su rey Alfonso, de que no había sido el asesino de su hermano. No contestó el Príncipe, asombrado sin duda del valor y recio temple de un hidalgo espanol y montañés como era Raimundo de Miguel. Volvió a escribir Raimundo de Miguel ellO de Julio, que firmó en nombre propio y de 27 carlistas de toda España, manifestando que resultaba evidente que el Príncipe no comparte las ideas tradicionalistas, que se separa "de la continuidad histórica, doctrinal y política que el Carlismo significa". Este "se acepta cual es, o se rechaza". Terminaba la carta: "La Comunión está madura para superar la prueba, ha agotado todos los medios, salvará su honor ante la Historia". El y los tradicionalistas representados se consideraron libres de su lealtad a Carlos Hugo, y se propusieron resolver solos el futuro, salvar la continuidad histórica de la Comunión. El Príncipe de Parma se lanzó al vacío y al fracaso. Se había iniciado también el camino de la reestructuración carlista, que culminaría en 1986 en el Congreso de El Escorial, donde se unieron las distintas tendencias.
La Comunión Tradicionalista Carlista, allí renacida y unida con tal nombre, debió mucho a Raimundo de Miguel, a su hombría de bien, a su temple de montañés hidalgo, a su gran cultura jurídica. Formó y presidió el Consejo Nacional de la Comunión. Seguía, como hemos dicho, en la Junnta Regional de Madrid como su Vicepresidente, después de renunciar por humildad, - tengo muchos años,dijo -,para ser Presidente, como le pedían.
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