En la mañana de un plomizo domingo, día 24 de octubre, fueron llegando al Cerro, lógicamente primero los del Círculo San Mateo, de la capital, anfitriones y organizadores. La misa estaba prevista para las 12.30 en la Ermita de Nuestra Señora de los Angeles, como es costumbre, pero ya una hora antes se veían pulular los organizadores, los jóvenes Tarín, Villa, y los menos jóvenes, como Triviño, Malumbres, Lamamié, Vives, Gallego, ultimando los detalles de la comida, las banderas, la megafonía, etc. Todo estaba listo cuando empezaron a llegar una docena larga de jóvenes del Círculo de Nuestra Señora del Carmen, de Pozuelo, de reciente creación, con los hermanos Roldán, Fernández-Picazo, Cruz, Lora y Conde. Y luego los autocares de Valencia, de Vitoria y Vizcaya. Allí estaban los navarros Baleztena (Silvita, Cruz y Caco, éste con su hijo Tomás), y Zubitur y Urquiola, y Arrizabalaga y Armentia y Centeno. De Alicante el matrimonio Unanue, que traía a su hijo Iñigo. Y los hermanos Jiménez París, Olalla, con Eduardo y María, José Luis, Borja, etc. Y Urcelay, con sus hijos, y Francisco Martín, y Juan Carlos Villacorta, y Antonio Vallejo, Vicepresidente de los Alféreces Provisionales, y Angel Maestro, periodista.
La Ermita donde se celebró la misa se llenó, con cerca de 200 personas. Aquella fue oficiada por el Padre franciscano Sebastián Urbieta, que se nos puso malo durante la misma, teniendo que ser dada la Comunión y terminada la Eucaristía por el P. Baltasar Pérez-Argos, nuestro capellán. Reincorporado el P. Urbieta, hizo la consagración de los Círculos Carlistas al Sagrado Corazón de Jesús, y al final todos cantamos una vibrante "Salve Regina". Las Lecturas las hizo el matrimonio Carretero, de Cuenca. Las Preces fueron leídas por Motilla, de Gandesa, al que oímos quebrársele la voz en la invocación a los requetés y legionarios que en la reconquista del Cerro murieron por Dios y por España. En el presbiterio, las banderas española y la del requeté de los Círculos San Mateo y San Prudencio; la de Valencia, portada por un boina roja uniformado, a quien hacían escolta pelayos, también uniformados.
Terminada la misa, en la base del antiguo monumento al Sagrado Corazón, derruído por orden de las autoridades republicanas, dos jóvenes valencianos colocaron una corona de laurel con la bandera española. Y todos, en ese momento emocionante, firmes, cantaron el Oriamendi.
Una larga cadena de autobuses y coches marchó hasta el vecino Motel Los Olivos, sobre la carretera nacional de Andalucía, cuando comenzaba a llover. El día no estaba malo, aunque hacía un poco frío, pero lo importante es que no había llovido mientras se celebraba la parte religiosa. Se llenó el salon para degustar la comida de pinchos que estaba programada. El salón estaba rodeado de sillas para los mayores o los que deseasen descansar. En la Presidencia, los sacerdotes, Rafael Gambra, Alfonso Triviño y la representación de Alava, Navarra y Vizcaya.
La comida, aunque sencilla, era lo de menos para todos. Lo importante era vernos tantos y tantos venidos de toda España, y sobre todo que hubiera muchos jóvenes y niños.
Se habían recibido telegramas y mensajes de Marbella, de Tabarca, de Segovia, de Bañolas, de Ceuta, de Vilagarcía de Arousa. El portavoz Sr. Gallego dio la palabra en primer lugar a D. Alfonso Triviño, Presidente del Círculo Carlista San Mateo, que saludó a todos e invitó a los representantes de Vizcaya, de Gandesa, de Vitoria, de Valencia y de Alicante a hacerlo. Saludaron todos con palabra breve y cálida.
A continuación tuvo lugar algo no previsto. Javier Urcelay, espontáneamente, en acto sencillo y emotivo, hizo entrega, por mediación de Rafael Gambra, a su hijo Javier, de un banderín del heroico Tercio del Alcázar. Era la tradición familiar, en suma, pasando de padres a hijos, delante de la asamblea. Otro espontáneo, Pello Urquiola, navarro de Leiza, saludó en verso y en vascuence a todos. Lo no programado, ciertamente emocionó.
El acto político propiamente dicho comenzó a continuación, cuando Gallego confrontó a los reunidos con esas preguntas que muchas veces se nos hacen en la calle, y que a veces no sabemos dar respuesta: "Pero...¿quién es vuestro Rey?". Ó "siendo tan pocos, ¿qué pretendéis hacer’". Contestó el conferenciante citando unas palabras inolvidables de Vázquez de Mella, en respuesta a la primera pregunta: "Las personas pasan, son sombras fugaces. Ellas, sin los principios, no son nada...Cuando decimos ¡viva el Rey! lo decimos refiriéndonos no sólo a la persona, porque simboliza y representa a las principios, sino a la institución, que vive y permanece siempre". En cuanto a la segunda pregunta, efectivamente somos pocos, pero, porque no defendemos una ideología que depende de un partido, no necesitamos los votos que van a permitirle participar del poder. Que seamos pocos no significa que tengamos poco que hacer; significa únicamente que tenemos mucho más trabajo que hacer. Habló a continuación Miguel Ayuso, el maestro joven, que fue breve, teológicamente impecable. Cuando en las bodas de Caná pidió el Señor que trajeran las tinajas de agua, que convertiría en vino, nos está diciendo que tenemos que mantener tinajas con agua limpia y viva, porque con ellas Él volverá a hacer el milagro, como lo hizo en 1936.
Para terminar, Rafael Gambra, el maestro, recordó una profecía de Vázquez de Mella, aquella que decía que si alguna vez el Carlismo se viera huérfano de rey y concluyese su dinastía, una parte derivaría hacia el Socialismo, como ha ocurrido con Carlos Hugo de Borbón Parma, que llevó a su partido al Socialismo autogestionario, y otra parte derivaría hacia el nacionalismo, lo que efectivamente está también ocurriendo precisamente ahora, cuando una persona que se dice Presidente de la Comunión, escribe constantemente en el portavoz del PNV, el periódico "Deia". Mella previó el futuro cuando pensaba que el Carlismo podía quedarse sin rey y sin dinastía. Lo previó también cuando anunció que una parte podía marchar hacia el Socialismo, que ha ocurrido, que otra, la segunda tercera parte, recibiría infiltradas doctrinas nacionalistas, euzkadianas o catalanas, pero seguramente sabía que el último tercio, el de los carlistas auténticos, continuaría la Tradición, de que él fue Verbo y Cantor. "Aquí estamos y, con la gracia del Señor, continuaremos: por Dios, por España, con sus fueros tradicionales, por el Rey legítimo" No pudo haber mejor cierre de oro para una fiesta como la de El Cerro de los Angeles de 1999.
Con todo respeto, hace gracia que se critique a un "supuesto (sic) presidente de la Comunión" por escribir en Deia cuando se escribe en ABC. Se escribe donde se puede. Eso no es nuevo.