HISTORIA MILITAR Y POLÍTICA DE ZUMALACARREGUI

Editorial Tradición

La edición que ahora presentamos, es una edición Fascímil de la publicada en 1844 en Madrid, por la Imprenta de la Sociedad de Operarios del mismo Arte. Ahora que tanto se habla de memoria histórica es necesario recobrar la verdadera historia de los héroes que primero se levantaron contra los franceses en la Guerra de la Independencia, y luego es levantaron en defensa de la España auténtica apoyando los intereses legítimos de D. Carlos V, frente a Isabel II. El general Zumalacárregui, es una más de esas figuras que la historia moderna, y muy especialmente el PNV, han querido apropiarse como precursoras del movimiento independentista. Sin embargo, la realidad es bien diferente, pues Zumalacárregui sólo amo y lucho por una España que quería católica y libre de influencia foránea.

MEMORIA DE LA GUERRA DE NAVARRA Y LAS PROVINCIAS

Editorial Tradición

Luis de Evans, adicto a la causa de Isabel “II�?, nos narra de forma apasionada los acontecimientos que sumergieron a las provincias vascongadas en una dura guerra de la que este año se cumple el 175 aniversario. Lo más destacado es, sin duda alguna, la descripción que Evans realiza de la valerosa expedición del general carlista Gómez a lo largo y ancho de la península (desde Santiago de Compostela, hasta Córdoba). El propio Evans, no puede eludir la fuerza de la realidad, las tropas carlistas pueden recorrer sin problemas toda España debido al gran apoyo popular de su causa. De igual forma, los liberales encuentra numerosos problemas en mantener una persecución por tierras supuestamente adictas pero realmente desafectas.

ANUARIO 2008 DEL BOLETÍN CARLISTA DE MADRID

Editorial Tradición

El Boletín Carlista de Madrid, con la publicación de este almanaque a todo color, ha hecho un generoso esfuerzo que será recompensado por su público. Este almanaque recoge en un sólo volúmen todos los números del Boletín Carlista editados en el 2008. Dos novedades presenta la actual edición. La primera, es que este volúmen en tomo único, es la única posibilidad de adquirir el Boletín sin necesidad de estar suscrito. La segunda, es que por primera vez se edita el Boletín Carlista a todo color. La edición a color es una de las más destacables novedades, pues en sus casi 100 números de historia, el Boletín soló se había editado en color en un par de ocasiones y siempre bajo los auspicios económicos de su anterior y entrañable director Don Javier de Lizarza. Sin duda, todas los carlistas y aficionados a la historia disfrutarán de este maravilla.

EL BOLETIN CARLISTA DE MADRID

http://www.lavoz.circulocarlista.com/el-boletin-carlista-de-madrid

El Boletín Carlista de Madrid es el órgano de comunicación del Circulo Carlista San Mateo. La publicación tiene una periodicidad trimestral, publicándose un total de cuatro números al año. El Boletín trata temas principalmente del carlismo, pero sin olvidar los debates de actualidad. De gran tradición y gonzando de gran prestigio el Boletín verá modificada su estructura en el primer número del años 2008, habiendose modificada y actualizado sus logotipos, su apariencia, el diseño de su cabecera, creándose nuevas secciones. La suscripción anual es de 16 €. El Boletín Carlista de Madrid Apdo. Correos: 10.089 28080 Madrid info@circulocarlita.com

Cambio de dominio.

Desde el día 01/04/2010 este Blog continuará en la dirección www.circulocarlista.com. Ya estamos trabajando en el traspaso de todos sus contenidos. Desde hoy, la edición digital del Boletín Carlista de Madrid, se encargará de mantener informados a todos los carlistas.
Hace cien años, el carlismo se dio un baño de masas para conmemorar por todo lo alto el acto de la jura de los fueros por parte de Carlos VII el 3 de julio de 1875.

El 3 de julio de 1875, don Carlos de Borbón y Austria de Este, proclamado por sus seguidores como Rey de las Españas, acudió a Gernika para jurar de forma solemne los fueros de Vizcaya. La fórmula utilizada por el jefe carlista fue la siguiente: «Juro por Dios y esta Santa Hostia consagrada guardar y hacer guardar, observar, cumplir y ejecutar inviolablemente los fueros, libertades, franquezas, exenciones, prerrogativas, buenos usos y costumbres que ha tenido y tiene este Muy Noble y Muy Leal Señorío de Vizcaya». Con ese acto se sellaba el compromiso de los carlistas por la defensa de los fueros vascongados.

Si en algún momento habían surgido dudas en cuanto a la reivindicación de la foralidad, tanto por parte de don Carlos como de sus seguidores, aquella solemne ceremonia celebrada bajo el roble de Gernika los disipaba de golpe. Todo quedaba claro. El lema «Dios, Patria, Rey y Fueros», con el que los carlistas habían arrancado la guerra en 1872, era cierto. Sin embargo, ocho meses después, el 27 de febrero de 1876, Carlos VII, derrotado, cruzó la frontera y abandonó España. Se cuenta que, al hacerlo, se dio la vuelta y exclamó: «¡Volveré!». No regresó jamás. Lo único que quedó claro con su marcha fue que para los carlistas se habían terminado las aventuras militares.

No obstante, y a pesar de la derrota, el movimiento no desapareció. Se transformó en una opción política más.

Disparos de revólver

El 3 de julio de 1909, la Juventud Carlista de Bilbao organizó una multitudinaria fiesta en Gernika para conmemorar aquel otro 3 de julio de 1875, «fecha en la que don Carlos de Borbón -señaló 'El Noticiero Bilbaíno'-, prestó juramento bajo el Árbol Santo de conservar, guardar y ejecutar inviolablemente los fueros». El éxito de la convocatoria pudo comprobarse desde primeras horas de la mañana.

De la estación de Atxuri salieron trenes -a las 6.30, a las 6.55, a las 8.15, a las 9.10 y a las 11.00- llenos de correligionarios carlistas tanto de Bilbao como de todos los pueblos de la provincia. El espectáculo fue de lo más colorido ya que cada colectividad portaba sus estandartes y banderas.

Sin embargo, a pesar de la expectación y de la enorme alegría que imperaba en todos los que acudieron al acto, hubo algún que otro susto. Precisamente en el tren en el que iban los integrantes de la Juventud Carlista de Bilbao, los señores Bordás y Salaverry y los concejales de la minoría carlista del Ayuntamiento de la villa.

El convoy se detuvo entre Lemona y Amorebieta debido a que alguien realizó disparos de revólver. La inquietud, que se adueñó de todos los viajeros, se transformó en pánico cuando se percataron de que el vagón-salón estaba ardiendo. Por fortuna, el motivo del humo no fue otro que un recalentamiento de los ejes. Una vez recobrada la calma, el tren prosiguió su camino. Al pasar por las distintas estaciones del recorrido se agregaron numerosas comisiones de los pueblos, «en casi todos los cuales fueron saludados los excursionistas por representaciones del partido, se dieron vivas y se dispararon chupinazos».

Si el ambiente festivo había sido predominante durante el viaje, la llegada a Gernika desbordó todas las previsiones. Según los reporteros destacados a la villa foral, a las diez y cuarto de la mañana, el gentío que se había congregado allí era imponente. «Muchos balcones se hallaban engalanados con tapices y colgaduras de los colores nacionales». El primer acto, una misa al aire libre, se celebró en la Plaza de la Unión. A continuación se jugó en el frontón un partido a 20 tantos entre Fernández de Elgoibar y Campitos de Azpeitia. Ganó el primero por una diferencia de seis.

Posteriormente tuvo lugar una curiosa carrera de bicicletas en la carretera de Forua, «que terminó con lucida carrera de cintas, regaladas por distinguidas señoritas bilbaínas y de otras localidades». Tras las pruebas deportivas, los congregados disfrutaron de los conciertos ofrecidos por la banda de música local, la rondalla de la Juventud Carlista de Bilbao y el orfeón de Durango. A la una de la tarde se dieron por concluidos los festejos. Quedaba claro que la intención de los carlistas era la de recordar el solemne acto de 1875 a través de iniciativas populares y de gran atractivo para la gente. No era tan sólo una fiesta de contenido puramente político, aunque sí hubo discursos y proclamaciones de rigor, que tuvieron lugar tras la comida que las autoridades celebraron en el Teatro Circo.

Esteban Bilbao

Durante el acto político de la tarde se pudo comprobar que la idea principal que los oradores lanzaron a la concurrencia fue la de que el carlismo no estaba acabado. Todo lo contrario. A la altura de 1909, y frente a otras opciones políticas como el nacionalismo o el socialismo, los carlistas se sentían, no sólo como una alternativa con grandes posibilidades, sino como un bloque unido sin fisuras de ningún tipo.

En esta línea, el concejal bilbaíno Esteban Bilbao afirmó que «si había sido cadáver el partido carlista, quedaba demostrado que tenía la facultad de resucitar ante el fuego de sus ideales». También el señor Salaverry señaló que frente a la idea de los liberales, que daban al carlismo por muerto, él presentaba el acto que se celebraba allí mismo. Además calificó de «fecha gloriosísima la que se celebraba, pues en ella se demostró que los carlistas ponen á su patria antes que al rey y obligan á éste a jurar ante Dios el respeto a sus instituciones». No faltaron tampoco palabras en contra de los nacionalistas, a los que acusaron de propagar ideas falsas.

La anécdota de la jornada sucedió en pleno discurso de Esteban Bilbao. Justo en el momento en que el orador hizo referencia al «fuego santo de la idea carlista», las campanas de las iglesias tocaron a fuego porque se incendiaba una chimenea. Afortunadamente, la cosa no fue a mayores.

Fuente: El Correo Digital 5/07/2009

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¡Ay del pueblo que olvida su pasado y a ignorar su prosapia se condena! ¡Ay del que rompe la fatal cadena que el ayer al mañana tiene atado!

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