Cambio de dominio.
Desde el día 01/04/2010 este Blog continuará en la dirección www.circulocarlista.com. Ya estamos trabajando en el traspaso de todos sus contenidos. Desde hoy, la edición digital del Boletín Carlista de Madrid, se encargará de mantener informados a todos los carlistas.
El Itinerario Carlista que hacía el Nº XII comenzó en la Puerta de Murillo del Museo del Prado, donde esperaba a los apuntados a la excursión un gran y ultramoderno autobús Juliá, que se llenó.
Comenzó el viaje con la disertación del Profesor Alfonso Bullón de Mendoza y Gómez de Valugera, que explicó la filosofía y razón de las distintas expediciones que fueron saliendo del Norte, o del Maestrazgo, a las varias regiones de España, para levantar el ánimo, dar noticias de la guerra y recoger voluntarios. Explicó asimismo que, sin embargo, la llamada Expedición Real, en la que venía el propio Rey D. Carlos V, tuvo un carácter ya distinto, pues consecuencia de las conversaciones habidas con la Corte de Madrid, por mediación de la de Nápoles, se había llegado a un acuerdo para terminar la guerra.
La Expedición Real era importante, pues contaba con 11.000 hombres, estaba mandada por el Infante D. Sebastián, y llevaba como Jefe de Estado Mayor al prestigioso general Vicente González Moreno. Dicha Expedición Real, después de cruzar Huesca, pasó a Cataluña y a El Maestrazgo y en Septiembre de 1837, llegaba a Arganda. De allí se destacó la División del General Cabrera, que iba en vanguardia, y que el día 12 llegó a Vallecas primero, y a la Tapia del Retiro después.
Los de Vallecas, que parece pueblo manchego, aunque sea villa, y que pocos madrileños conocen, se sintieron asombrados cuando del autobús, y frente a la iglesia de San Pedro Ad-Víncula, bajaron los viajeros, muchos de ellos tocados con la boina roja. Desde allí, ya de la mano del Profesor D. José Fradejas, Director del Instituto de Estudios Madrileños, se pasó al lugar ocupado hoy por el Estado del Rayo Vallecano, situado sobre una colina, desde la que se divisa Madrid, sobre su meseta. Se imaginaban los viajeros, por las explicaciones del Profesor, las preguntas que se harían tanto el Rey como su Corte y el General Cabrera pensando si la reina gobernadora Doña María Cristina saldría a reconocer al rey legítimo y a firmar el compromiso matrimonial de su hija Isabel con el joven D. Carlos, como estaba negociado y prometido. En aquella mañana podía terminarse la guerra si Doña María Cristina salía por la puerta de Atocha, cuya guarda estaba encomendada al General liberal Isidro, comprometido en el acuerdo.
Desde el Estado, bajamos los carlistas madrileños en el autobús por el antiguo camino de Vallecas, por donde marchó la Expedición Real, hacia la Puerta de Atocha, con un mapa de 1835 en la mano, facilitado por el Profesor Fradejas, como ejemplares turistas. Y así llegamos a lo que queda de la antigua Tapia, esquina de la Avenida Menéndez Pelayo con la Plaza Mariano de Cavia. El Profesor Fradejas nos contó la escaramuza que allí tuvo lugar entre dos escuadrones de la Guardia Real cristina y los lanceros de Cabrera. Estos se lanzaron, -no en balde eran lanceros-, con tal vigor, con tal rabia, que los de la Guardia Real pusieron pies en polvorosa dejando un cañón y prisioneros, y allí, frente a Madrid, frente al Retiro, quedó desplegada la vanguardia de la Expedición Real, pendiente de recibir la orden de asalto. "Esta noche entrarán los carlistas en Madrid", había dicho el General Quiroga, Comandante militar de la Plaza, pues allí no había guarnición, no había soldados, sólo milicianos, gente mayor, de gran fervor liberal, pero con poco ardor militar. Por la tarde se recibió la orden de retirada, y Cabrera, con su División, nos figuramos que como león enjaulado, furioso, habría echado marcha atrás.
¿Por qué no se entró en Madrid? Efectivamente Doña María Cristina no cumplió lo pactado; no compareció; no abrió las puertas y retiró al General Isidro, encargado de la de Atocha. Tomar Madrid habría sido muy sencillo y muy fácil para Cabrera, pero, ¿no podía convertirse en una ratonera? Porque se sabía que se acercaban, que convergían sobre la capital varias columnas, la de Espartero, la de Ferraz, la de Oraá. Fracasada la misión político-diplomática, que había llevado a la Expedición Real a organizarse y a acercarse hasta la misma capital de España, por incomparecencia de una de las partes, la Reina gobernadora, parece que la decisión del General González Moreno fue acertada y prudente. Marchó hacia el Noroeste, hacia Castilla para encontrarse con la Columna Zariategui, y para tener allí la espalda cubierta en caso de un eventual regreso al Norte.
Concluído el acto cultural, la mayoría marchó a un restaurante próximo, "Las Hurdes", donde tuvieron la tradicional comida de hermandad. Y al final, "como Dios manda", todos de pie cantaron el Oriamendi.
Esa fue la historia de aquel 12 de Septiembre de 1837, y así transcurrió el feliz Itinerario Carlista del 23 de Mayo de 1998, el XII de los celebrados hasta ahora.
Se anunció ya el próximo a Segovia, a recordar su asalto y ocupación por el General D. Juan Antonio Zaratiegui y su Expedición (4 de Agosto de 1837).
Recordamos entre los asistentes a los siguientes amigos: Los profesores D. José Fradejas y D. Alfonso Bullón de Mendoza y Gómez de Valugera; el marqués de Selva Alegre, los Condes de Goyeneche, Ignacio Hernando de Larramendi, Rafael Gambra, Andrés y tres nietos, Alfonso Triviño, Mariano Lamamié de Clairac, Javier Lizarza, Enrique Martínez-Quesada, G. Bauer López-Chicheri, J.J. Catalá, J.L. del Corral, Joaquín Escosa, Lucinio Fernández, Alberto y Jaime Francés, J.A. Gallego, J.I. López de Arce, María del Carmen Palomares, C. Pérez de Tudela, L.M. Sandoval, J. Urcelay, L. Valiente, J.L. Vázquez de Padura, J. Vives.
Comenzó el viaje con la disertación del Profesor Alfonso Bullón de Mendoza y Gómez de Valugera, que explicó la filosofía y razón de las distintas expediciones que fueron saliendo del Norte, o del Maestrazgo, a las varias regiones de España, para levantar el ánimo, dar noticias de la guerra y recoger voluntarios. Explicó asimismo que, sin embargo, la llamada Expedición Real, en la que venía el propio Rey D. Carlos V, tuvo un carácter ya distinto, pues consecuencia de las conversaciones habidas con la Corte de Madrid, por mediación de la de Nápoles, se había llegado a un acuerdo para terminar la guerra.
La Expedición Real era importante, pues contaba con 11.000 hombres, estaba mandada por el Infante D. Sebastián, y llevaba como Jefe de Estado Mayor al prestigioso general Vicente González Moreno. Dicha Expedición Real, después de cruzar Huesca, pasó a Cataluña y a El Maestrazgo y en Septiembre de 1837, llegaba a Arganda. De allí se destacó la División del General Cabrera, que iba en vanguardia, y que el día 12 llegó a Vallecas primero, y a la Tapia del Retiro después.
Los de Vallecas, que parece pueblo manchego, aunque sea villa, y que pocos madrileños conocen, se sintieron asombrados cuando del autobús, y frente a la iglesia de San Pedro Ad-Víncula, bajaron los viajeros, muchos de ellos tocados con la boina roja. Desde allí, ya de la mano del Profesor D. José Fradejas, Director del Instituto de Estudios Madrileños, se pasó al lugar ocupado hoy por el Estado del Rayo Vallecano, situado sobre una colina, desde la que se divisa Madrid, sobre su meseta. Se imaginaban los viajeros, por las explicaciones del Profesor, las preguntas que se harían tanto el Rey como su Corte y el General Cabrera pensando si la reina gobernadora Doña María Cristina saldría a reconocer al rey legítimo y a firmar el compromiso matrimonial de su hija Isabel con el joven D. Carlos, como estaba negociado y prometido. En aquella mañana podía terminarse la guerra si Doña María Cristina salía por la puerta de Atocha, cuya guarda estaba encomendada al General liberal Isidro, comprometido en el acuerdo.
Desde el Estado, bajamos los carlistas madrileños en el autobús por el antiguo camino de Vallecas, por donde marchó la Expedición Real, hacia la Puerta de Atocha, con un mapa de 1835 en la mano, facilitado por el Profesor Fradejas, como ejemplares turistas. Y así llegamos a lo que queda de la antigua Tapia, esquina de la Avenida Menéndez Pelayo con la Plaza Mariano de Cavia. El Profesor Fradejas nos contó la escaramuza que allí tuvo lugar entre dos escuadrones de la Guardia Real cristina y los lanceros de Cabrera. Estos se lanzaron, -no en balde eran lanceros-, con tal vigor, con tal rabia, que los de la Guardia Real pusieron pies en polvorosa dejando un cañón y prisioneros, y allí, frente a Madrid, frente al Retiro, quedó desplegada la vanguardia de la Expedición Real, pendiente de recibir la orden de asalto. "Esta noche entrarán los carlistas en Madrid", había dicho el General Quiroga, Comandante militar de la Plaza, pues allí no había guarnición, no había soldados, sólo milicianos, gente mayor, de gran fervor liberal, pero con poco ardor militar. Por la tarde se recibió la orden de retirada, y Cabrera, con su División, nos figuramos que como león enjaulado, furioso, habría echado marcha atrás.
¿Por qué no se entró en Madrid? Efectivamente Doña María Cristina no cumplió lo pactado; no compareció; no abrió las puertas y retiró al General Isidro, encargado de la de Atocha. Tomar Madrid habría sido muy sencillo y muy fácil para Cabrera, pero, ¿no podía convertirse en una ratonera? Porque se sabía que se acercaban, que convergían sobre la capital varias columnas, la de Espartero, la de Ferraz, la de Oraá. Fracasada la misión político-diplomática, que había llevado a la Expedición Real a organizarse y a acercarse hasta la misma capital de España, por incomparecencia de una de las partes, la Reina gobernadora, parece que la decisión del General González Moreno fue acertada y prudente. Marchó hacia el Noroeste, hacia Castilla para encontrarse con la Columna Zariategui, y para tener allí la espalda cubierta en caso de un eventual regreso al Norte.
Concluído el acto cultural, la mayoría marchó a un restaurante próximo, "Las Hurdes", donde tuvieron la tradicional comida de hermandad. Y al final, "como Dios manda", todos de pie cantaron el Oriamendi.
Esa fue la historia de aquel 12 de Septiembre de 1837, y así transcurrió el feliz Itinerario Carlista del 23 de Mayo de 1998, el XII de los celebrados hasta ahora.
Se anunció ya el próximo a Segovia, a recordar su asalto y ocupación por el General D. Juan Antonio Zaratiegui y su Expedición (4 de Agosto de 1837).
Recordamos entre los asistentes a los siguientes amigos: Los profesores D. José Fradejas y D. Alfonso Bullón de Mendoza y Gómez de Valugera; el marqués de Selva Alegre, los Condes de Goyeneche, Ignacio Hernando de Larramendi, Rafael Gambra, Andrés y tres nietos, Alfonso Triviño, Mariano Lamamié de Clairac, Javier Lizarza, Enrique Martínez-Quesada, G. Bauer López-Chicheri, J.J. Catalá, J.L. del Corral, Joaquín Escosa, Lucinio Fernández, Alberto y Jaime Francés, J.A. Gallego, J.I. López de Arce, María del Carmen Palomares, C. Pérez de Tudela, L.M. Sandoval, J. Urcelay, L. Valiente, J.L. Vázquez de Padura, J. Vives.
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