Editorial: EDIBESA
Páginas: 609
ISBN: 84-8407-621-0
Por desgracia, hoy vuelve a estar presente en la política española la división de los españoles. La irresponsabilidad de algunos políticos pretende sacar rédito electoral a la desgracia colectiva que sufrió España entre 1936 y 1939. Por eso, libros como “El hábito y la Cruz” son tan necesarios.
Gregorio Rodríguez consigna en su libro los nombres de todas aquellas religiosas que fueron asesinadas durante la guerra civil. El análisis, detallado, nos presenta los datos biográficos de las asesinadas y relata, con objetividad forense, su martirio y asesinato. El criterio para la exposición no es el temporal, sino el territorial (Madrid, Cataluña y Aragón, Valencia y el resto de España).
Sin embargo, que nadie espere encontrar en este libro insultos o recriminaciones a los responsables de los asesinatos. No. En la línea sostenida por la Iglesia, nos muestra como ejemplo a seguir el de estas santas mujeres, que murieron perdonando. Ésta es la principal enseñanza del libro. Por eso, su lectura, en el momento actual, en el que el rencor domina los juicios de la izquierda sobre lo sucedido en aquellos años, puede hacer mucho bien. La izquierda, a este respecto, tienen mucho que aprender de la Iglesia, pues no en vano ésta siempre enseñó la vida de los mártires sin vilipendiar a los responsables de sus martirios. Por eso, todos conocemos a San Esteban, o a Santa Inés, o a San Pancracio, o a Santa Eulalia... ¿pero recuerda alguien el nombre de sus verdugos y ejecutores? No. Y ello por la sencilla razón de que la Iglesia, empujada por la caridad, puso en olvido sus nombres. Justo lo contrario de lo que prenden hacer ahora los revisionistas de la historia, que no sólo quieren reivindicar como héroes de “la democracia” a muchos que no fueron otra cosa que asesinos, sino que encima deshonran y vilipendian a las víctimas y a muchos de los jueces o agentes del orden que se limitaron a aplicar la ley y por tanto a detenerles y condenarles.
En segundo lugar, y aparte de esta muestra de caridad, el libro es un esfuerzo meritorio por difundir lo que sucedió; y es que estamos demasiado acostumbrados a que sólo se cuente una parte de la historia – además deformada. Por eso, cada vez es más necesario no confundir el perdón con el olvido. Los católicos tienen el deber de perdonar, no de olvidar, y sería de desear que los no católicos actuaran del mismo modo.
Desde el punto de vista historiográfico, la obra contiene un último capítulo de gran interés, y es el relativo al estudio de las cifras definitivas de asesinadas. Tal capítulo es el resultado de un detenido análisis del clásico de Montero “La persecución religiosa en España”, corrigiendo las cifras que el mismo aparecen.
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