Cambio de dominio.
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Algunos se preguntan cómo y por qué la Comunión Tradicionalista-Carlista, el Carlismo español, el partido monárquico más antiguo posiblemente de Europa, hoy no tiene Príncipe, candidato a la Corona de España, según la legitimidad histórica defendida por los carlistas.
La explicación, aunque parezca paradójica, es sencilla. Al unirse en 1986 las varias tendencias tradicionalistas, fundir sus organizaciones, unirse todos sus hombres dispersos, en la Asamblea celebrada en El Escorial, se tomó el acuerdo, por unanimidad, de no designar Príncipe, dejar aparcada, de lado, la cuestión de quien a su modo de ver, según la ley tradicional de Felipe V de 1715, completada por el concepto de la legi timidad de ejercicio, "sabiendo lo que el derecho significa y exige de un Príncipe", era el Rey de mejor derecho.
Las orgnizaciones unidas eran la Comunión Tradicionalista, Unión Carlista (Regencia de Estella) y Comunión Católico Monárquica, además de los hombres procedentes de la Comunión Carlista, seguidores de Don Carlos VIII. El nombre adoptado fue de Comunión Tradicionalista Carlista, reservándose los demás.
¿Por qué se tomó el acuerdo? Porque la discusión de qUien podía, quien debía ser el Rey, que nacía de la muerte en 1936 de Don Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este, fallecido en Viena sin sucesión, había sido causa de la división del Partido, su atomización, su casi desaparición de la vida política.
Sabido es que Don Jaime de Borbón, el hijo de Carlos VII, muerto en 1931, tan inesperada como inoportunamente en París, no se casó, siendo sucediqo por su tío, el citado Don Alfonso Carlos, que tenía 83 años y que, casado con Doña María de las Nieves de Braganza, no tenía hijos. Previendo que podía morir, sin haber designado sucesor, instituyó una Regencia, designando regente para proveer, "sin más tardanza que la necesaria", la sucesión, en Enero de 1936, a Don Javier de BorbÓn-Parma, sobrino de la Reina. Tal Regencia no estaba prevista, ni mencionada en la ley fundamental de sucesión a la Corona, la de Felipe V.
El Carlismo, cuya contribución a la guerra civil de 1936 fue decisiva, se lanzó a la misma sin tener un Príncipe joven a su cabeza. Concluída la guerra con rotunda victoria militar no pudo ofrecer ni al General Franco, ni a España el nombre del Rey legítimo. Se perdió la gran oportunidad, se desilusionaron los requetés victoriosos, llegó la división. Unos aceptaron como Rey a Don Carlos VIII, nieto de Carlos VII, el pariente más próximo del último Don Alfonso Carlos, otros siguieron con la Regencia de Don Javier, y los hubo quienes, como el Conde de Rodezno, reconocieron a Don Juan de BarbÓn, el hijo de Alfonso XIII, que aceptó interesadamente ideas tradicionalistas. La consecuencia fue que el General Franco nombró en 1969 su sucesor a D. Juan Carlos de BorbÓn, hijo de Don Juan, que es el rey actual de España.
La paradoja tiene, pues, su explicación histórica, queda justificado que en la Asamblea de El Escorial, "de la unidad", quedara aparcado, de lado el asunto.
El BOLETIN carlista , Madrid, Junio 1995 N 10
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Perdonen mi pregunta, pero ¿su candidato no es don Sixto Enrique de Borbón? Lo he visto en otras páginas web carlistas.
Me parece falaz y malintencionado el artículo. La inmensa mayoría del Carlismo, el leal, el de siempre, reconoció a D. Javier de Borbón como Rey, después de quedar despejado sobradamente cualquier tipo de duda sucesoria. El Carlismo congregaba a miles y miles de personas en torno al Rey Legítimo y a la Comunión Tradicionalista en los actos de Montejurra. Los "díscolos", es decir octavistas y la autointitulada "Regencia de Estella" eran una minoría muy, muy minoritaria. La deriva ideológica de Don Carlos Hugo fue lo que atomizó al Carlismo, y no las deserciones minoritarias que frente al Rey Don Javier hicieron unos pocos. NO SE PUEDE MENTIR, Y UNA MEDIA VERDAD ES PEOR QUE UNA MENTIRA.