BARCELONA. La actuación del carlismo catalán, durante la II República y el estallido de la Guerra Civil, es una de esas encrucijadas históricas que ha creado no pocas dudas a los especialistas en el asunto y estudiosos en general. Hay que tener en cuenta que en la coyuntura del 36 el carlismo se agrupaba en tres núcleos principales: el vasconavarro, el Catalanovalenciano y el andaluz (fruto este último del saber hacer de Fal Conde).Pese a la enorme tradición del segundo, que aguantó solo la sublevación de 1827, la Segunda Guerra carlista y la Ortegada; su papel fue poco lucido y la terrible represión del verano de 1936 hizo estragos en sus filas.«El Carlisme Català durant la Segona República 1931-1936» (Publicacions de l´Abadia de Montserrat», de Robert Vallverdú Martí, recoge desde la reorganización política del viejo partido, tras la represión primorriverista, hasta el fracaso de la sublevación de 1936 y la sangrienta represión posterior, con los novelescos numantinismos de Solivella y Villalba de los Arcos.Minuciosa documentación Uno de los muchos aciertos del estudio de Vallverdú es la minuciosa documentación reunida para redactar la obra, que recoge desde los estudios más importantes aparecidos hasta el momento, numerosos datos frutos del rastreo por archivos y coleccioes particulares, y entrevistas con los pocos supervivientes que quedan.Para el 19 de julio barcelonés ha utilizado un artículo publicado en «Historia y Vida» número 105, de diciembre de 1976; sobre cuya datación se ha deslizado algún error en la obra (p.302) y Irurita no fue arzobispo (p.8). Pecata minuta al lado de los numerosos aciertos en la redacción del texto por el que desfilan desde el cartelista Fontseré hasta el incansable activista Jaime Vives Suria, que participó en todas las trifulcas de la época, combatió en el Tercio de Nuestra Señora de Montserrat, estuvo en los tiroteos de Pamplona de diciembre de 1945 y numerosos incidentes en los 60, hasta la manifestación de protesta que subió Ramblas arriba en enero de 1969.Curiosamente, no hay rastro del incidente con un muerto, a la salida de la Misa por los Mártires de la Tradición de la Catedral barcelonesa, en el que hubo un muerto del que hay referencias en la prensa de la época y una foto en «La Revolución y sus cómplices, ediciones», ECA, de José María Carretero Novillo (febrero de 1936).También se ha estudiado en profundidad la figura de Tomás Caylá que trató de encauzar el partido por vías democrátricas y estatutarias, pese a lo cual fue asesinado en Valls, en los primeros días de la Guerra. La Semana Tradicionalista, las grandes concentraciones del Monasterio de Poblet y Montserrat y todos los actos menudos, sociales y de masas son repasados con municiosidad.Los contactos entre López Varela y los dirigentes del activismo en la farmacia de Isidoro Pla, en Sitges, así como los diversos intentos para armar a los requetés, son seguidos paso a paso pese a las dificultades que reporta siempre la clandestinidad. El autor ya había publicado en las PAM un amplio estudio sobre la Segunda Guerra Carlista, que se afecó prácticamente sólo en Cataluña.La actuación carlista en la República y la Guerra Civil sigue siendo una de las grandes incógnitas de la historia, que poco a poco se va desvelando. Sobre todo en la zona republicana, de Cataluña y Valencia.
Fuente: Abc 14/09/2008Foto: Mítin carlista en Valencia celebrado por el requeté en la jornada del convento de la Magdalena (Diario ABC 14/09/2008)
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