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La configuración del Carlismo como doctrina es un lento proceso de maduración, que alcanzó su manifestación primera y decisiva, su formulación oficial, en la ocasión del destronamiento de D. Juan, padre de Carlos VII. Está contenido en la "Carta" de la Princesa de Beira, Doña María Teresa de Braganza, de 15 de septiembre de 1861.
El Tradicionalismo no constituye un partido político, sino la comunión ideológica de quienes sustentan los ideales que son esencia de las Españas.
La fijación de los ideales tradicionalistas presenta dos aspectos: a) la parte fundamental, el ideario, que es invariable por definición; b) Y la porción cambiante, el programa, que es el resultado de aplicar aquel ideario a las circunstancias de cada momento.
Los puntos básicos en que se compendia el ideario carlista son cuatro: Dios, Patria, Fueros, Rey.
Vázquez de Mella (21 julio 1902) formuló las cuatro afirmaciones carlistas:
PRIMERA.- Unidad Católica, con todas sus legítimas consecuencias.
SEGUNDA.- Monarquía representativa tradicional.
TERCERA.- Principio regionalista y restauración foral.
CUARTA.- Legitimidad de origen y de ejercicio en el Poder soberano, y mantenimiento de la Ley cognaticia mixta y gombeta, mal llamada sálica, porque no lo es, promulgada, no creada, por Felipe V y tiránicamente vulnerada por Fernando VII.
Don Alfonso Carlos dio la siguiente formulación concreta (Real Decreto de 23 de enero de 1936), codificando "los fundamentos de la legitimidad española", en los siguientes cinco puntos:
1) Su religión católica, apostólica, romana, con la unidad y consecuencias jurídicas con que fue amada y servida tradicionalmente en nuestros reinos.
2) La constitución natural y orgánica de los estados y cuerpos de la sociedad tradicional.
3) La federación histórica de las distintas regiones y sus fueros y libertades, integrante de la unidad de la patria española.
4) La auténtica monarquía tradicional, legítima de origen y de ejercicio.
S) Los principios y espíritu y -en cuanto sea prácticamente posible- el mismo estado de derecho y legislativo anterior al mal llamado derecho nuevo".
La legitimidad de ejercicio, clave de la monarquía tradicional, implica la aceptación de dichos principios tal como fueron definidos por el rey Don Alfonso Carlos. Mientras no haya rey reinante de hecho, la legitimidad de ejercicio solamente puede ser dermida por la declaración de adhesión expresa de quienes se consideren con derecho a la Corona, a los principios doctrinales que reflejan dicha legitimidad de ejercicio.
Hoy el orden de valores tradicionalistas es: Dios, Patria, Fueros, Realeza y Rey.
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