Efectivamente, la trama de Brune se sitúa en diciembre de 1932, en los momentos previos al ascenso al poder de Hitler. La sociedad alemana vive instalada en una ceguera que será nefasta para la humanidad.
La disculpa del desconocimiento de las verdaderas intenciones de Hitler y sus secuaces, no puede hacer desaparecer la responsabilidad de un pueblo alemán que quiso ver en el nazismo una tabla de salvación para su difícil situación material, olvidándose por completo de las implicaciones morales.
La situación de Alemania de los años 30, recuerda algo a la situación de la España actual, donde so capa de mejoras económicas, de supuestos argumentos de “progreso” y “modernidad”, se está minando el sustrato moral y humano de la sociedad española.
Los pragmatismos, exentos de toda moral, nunca han llevado a la humanidad a mejorar su situación, antes bien, han sido capaces de demostrar las simas de degradación que pueden alcanzar los hombres.
Pero en toda sociedad corrompida, siempre hay elemento sanos, que lucharán por la supremacía de la razón y la humanidad.
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